A continuación compartimos con nuestros lectores algunas ideas que analizaron los alumnos junto a la psicóloga Myrna Servera, la semana pasada:
La tristeza no surge de manera inmediata, a diferencia de la rabia. Por ello es habitual decir: “estoy triste y no sé por qué”. Si perdemos una relación o un trabajo, la primera reacción puede ser de sorpresa, después puede venir la rabia y en último lugar puede aparecer la tristeza; y para entonces, a lo mejor ha pasado un tiempo. Esta secuencia, este camino hasta la tristeza, dificulta ver la relación causa-efecto o, dicho de otro modo, la relación pérdida-tristeza. La tristeza tarda más en llegar que otras emociones, es menos reactiva, sobre todo si la comparamos con la rabia, pero perdura más en el tiempo.
La tristeza se puede considerar la emoción que mejor se trabaja en psicoterapia (nadie viene a terapia alegre) ya que invita a la reflexión, a preguntarnos qué ha pasado, cómo he llegado a esta situación… Preguntas útiles para intentar aprender de nuestras experiencias. Algunas personas justifican lo que les pasa en la vida diciendo: “tengo un imán para las personas tóxicas”, o tengo un imán para… Da igual el “para”: cada vez que te dices “tengo un imán para” NO estás asumiendo ninguna responsabilidad con aquello que te ocurre, no estás viendo qué puedes hacer tú en esa situación. Esa perspectiva lleva a la tristeza porque son experiencias construidas desde la impotencia. Y desde el “no poder” hacer algo, las personas se construyen como víctimas, se ven sin salida.